miércoles, 30 de mayo de 2012

La Generación Z, los últimos hijos de la alegría


Los nacidos entre 1994 y 2003 formaron su sistema de valores en la época de abundancia y el «boom» digital. Individualistas, impacientes y hedonistas, ahora se enfrentan a un cambio de paradigma.

La Generación Z desarrolló su sistema de valores en la época de la abundancia y el «boom» de las nuevas tecnologías. Los nacidos entre 1994 y 2003 se criaron con una enorme generosidad económica y transigencia social que determinó su carácter individualista, impaciente y hedonista. La crisis les obliga ahora a un cambio de paradigma hacia la restricción y el esfuerzo. Un choque que puede resultar frustrante o enriquecedor.

El periodo de edad entre los ocho y los 12 años es decisivo para formar la conciencia social, cómo se relaciona uno con los demás. Los Z son sobre todo hijos de las nuevas tecnologías y de la cultura de lo inmediato. «Todo es muy rápido, breve y gratificante», explica Maite Palomo, profesora de Recursos Humanos del ESIC. «Tienen poca tolerancia a las frustraciones. Y por lo general están muy consentidos».

El cambio de paradigma económico supone un reto para los hoy adolescentes, criados en una abundancia cada vez más lejana. «Buscan el bienestar personal a costa de todo. Les costará cambiar sus valores de todo es gratis, todo es fácil, todos tienen derecho a todo solo por haber nacido», apunta Juan Díez Nicolás, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. «Habrá una vuelta a los valores del esfuerzo», opina la profesora Palomo. «Unos aprenderán a que no todo es inmediato y gratificante. Y otros sufrirán frustración».
Diferencias dentro de la generación
Los expertos incluso advierten ya una tendencia de diferenciación entre los más mayores y los más pequeños dentro de la generación. No es un conjunto homogéneo. «Los mayores conocieron más la época de la abundancia. Les cuesta más las restricciones. Los de diez años para abajo se están socializando en una época de estrecheces y de vuelta al esfuerzo. Le ocurre a la sociedad en su conjunto, pero es más acusado en los que están creando su sistema de valores», expone el catedrático de Sociología.

La crisis económica se agudiza; sin embargo, también aumenta el factor tecnológico, tan determinante en el carácter de los hoy adolescentes. El psicólogo social Luis Muiño considera que, a pesar de la influencia de la crisis, la Generación Z no tiene porqué cambiar puesto que su origen principal son las nuevas tecnologías, un elemento en expansión. Internet ha configurado una generación creativa, generadora de contenidos y colaborativa; pero también, según apunta la profesora Palomo, una generación poco crítica porque se conforma con la solución más rápida y cómoda. Y, sobre todo, una generación individualista

«Las nuevas tecnologías contribuyen a fomentar los valores individualistas», explica Muiño. El individualismo de los Z no significa necesariamente aislamiento social. Eligen a las personas en función de afinidades, frente a las sociedades colectivistas, donde la elección es por proximidad espacial. «No son menos sociables, sino sociables con quien les interesa», matiza el psicólogo social. «El resultado es parecido: misma cantidad de amistades y un grupo social parecido».

«Son sociables, pero tienen poca inteligencia social. Son poco empáticos», destaca la profesora Palomo. «Están menos adaptados a las situaciones sociales para relacionarse personalmente con otros. Y se resentirán cuando accedan al mundo laboral».

Sin tantas diferencias
Entre las infinidad de voces de la Generación Z está Alejandro, de 17 años. Él quita dramatismo a la situación porque no considera a su generación más aislada que la anterior: «Antes estaban los que se pasaban todo el día con los videojuegos o con la tele. Y eso sí que era peor, porque estaban solos del todo. No como con internet, que estás con gente pero a distancia. Además, la mayoría son gente que conoces de la vida real».

Clara, de 16 años, se niega a ser empaquetada en ninguna generación. «Cada uno es diferente. Hay gente tímida y hay gente más abierta. Hay gente que se pasa todo el tiempo en internet y hay gente que no le hace ni caso. Hay gente con muchos amigos y otros que van por libre. Hay gente trabajadora y otros son unos vagos. Hay gente buena y gente mala. Hay gente obediente y otros que no hacen caso ni sus padres».

Autoridad
Los expertos no apuntan a una cuestión de rebeldía contra la autoridad. No, al menos, diferente a la habitual de la juventud. No hay divergencias en el respeto al orden entre las generaciones Z y su predecesora, la Y, los nacidos en los ochenta y principios de los noventa. Ninguna de las dos respeta a la autoridad por el hecho de ostentar un cargo, sino que la otorgan en función del liderazgo, incluido en el entorno familiar.

Matías cumple la doble faceta de padre de tres adolescentes y profesor de educación secundaria. Brega todos los días con jóvenes «cada vez más consentidos». «Muchos padres no pueden dar ya todos los caprichos. Pero muchos chicos los exigen porque ven que sus compañeros sí los tienen. Ahora es una buena oportunidad para educar en el valor del esfuerzo y la moderación. Ya muchos padres no piensan en “voy a darle todo lo que yo no he tenido”, sino en evitar ser tan permisivos. El problema es que muchos de estos chicos son ya mayores y es más difícil cambiarles».

Los expertos no consideran que exista un rechazo instrínseco a los valores de las generaciones anteriores. «La Generación Z entiende que los demás hacen las cosas de otra manera», apunta el psicólogo social Muiño. Criados en un entorno de enorme transigencia, los adolescentes de hoy son básicamente tolerantes. Esa tolerancia, unida al individualismo, tiene una contrapartida política. «No se definen en función de nada. Solo en ser fiel a uno mismo. Es un ser menos político por su menor preocupación por lo colectivo. Sin embargo, habría que ver si no es efectivo. Cambiar uno mismo para cambiar la sociedad».

¿Qué mal está (siempre) la juventud?
La visión pesimista sobre la juventud no es nueva. Al psicólogo social Luis Muiño le gusta recordar una tablilla babilónica, con más de 3.000 años de antigüedad, que dice: «La juventud de hoy está corrompida hasta el corazón, es mala, atea y perezosa. Jamás será lo que la juventud ha de ser, ni será capaz de preservar nuestra cultura». Muiño explica la percepción crítica sobre la juventud por la tendencia del ser humano a destacar lo negativo. «La Generación Z construirá un mundo bueno aunque sus mayores los vean como un desastre».

Fuente: http://www.todoparalafamilia.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1594:la-generacion-z-los-ultimos-hijos-de-la-alegria&catid=2:padreshijos&Itemid=5

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