domingo, 21 de abril de 2013

Mecanismos de prevención frente a las crisis familiares

Nuestro Instituto Nivariense de Ciencias de la Familia se identifica plenamente con el planteamiento del documento que se adjunta. Es lo que pretendemos tanto nosotros como lo que, en la práctica, intenta el Centro de Orientación Familiar (Cof2000).


Nadie se casa para divorciarse, y la ruptura del matrimonio es un fracaso que afecta negativamente a todos los que se ven implicados, sobre todo a los más débiles, que suelen ser los hijos. Sin embargo, el divorcio cada vez es más frecuente en España: uno cada cinco minutos, el triple que hace una década, según los datos más recientes del INE. Y eso a pesar de que los matrimonios disminuyen: en España la tasa por cada 1.000 habitantes es actualmente de 3,1 cada año, frente al 4,4 de media en la Unión Europea, mientras que hace sólo 10 años alcanzaba una cifra mucho más elevada: el 5,1.

Son numerosos y bien conocidos los estudios que demuestran que las rupturas familiares tienen efectos perjudiciales no deseados, principalmente para los hijos, pero también para los cónyuges, y para la sociedad entera. Esas consecuencias perjudiciales provocan, además de los costes personales, considerables costes sociales y sanitarios.

También existen ejemplos de la eficacia que tienen las medidas preventivas. Según un estudio del Institute for American Values, por ejemplo, es posible evitar hasta un 40% de los divorcios con una mayor prevención.

En España, sin embargo, la introducción del divorcio ‘exprés’ en 2005 empeoró aún más la situación. Teniendo en cuenta que la duración media del matrimonio es de 15 años, el número de divorcios respecto a los matrimonios ha pasado del 10% en 1991 al 54% actual, mientras que si se hubiera mantenido la tendencia anterior a esa Ley no sería superior al 36%. Se comprueba así que no es indiferente que el marco legal facilite la ruptura familiar.

Hace algunos meses se celebró en The Family Watch un seminario para analizar las repercusiones que esta situación genera, en las parejas desintegradas y en los propios hijos, y tratar de buscar soluciones que permitan evitarlas en lo posible. La Jornada contó con la participación de expertos juristas, médicos, psicólogos y mediadores familiares, coordinados por la profesora Regina Gaya Sicilia. Como fruto del trabajo de todos ellos durante varios meses, se publica ahora este Informe, que permite constatar la ineficacia de las soluciones ofrecidas hasta el momento, que se basan en facilitar la ruptura definitiva como única salida, y la necesidad de buscar soluciones mejores y más imaginativas que les permitan hacer frente a las crisis con mayores garantías de éxito personal, familiar y social.

En ese sentido, se intenta plantear las cosas desde este otro punto de vista, ayudar a los padres a través del establecimiento de mecanismos legales que permitan replantearse la ruptura antes de que sea demasiado tarde, y afrontarla positivamente, con la finalidad de preservar si es posible la unidad de la familia.

En sus conclusiones, el Informe propone cuatro medidas concretas:
  • Establecimiento de un periodo de reflexión previo al divorcio, que permita acudir a mecanismos preventivos de orientación y mediación.
  • Fomento de entidades de mediación y asesoramiento a los cónyuges durante ese periodo de reflexión.
  • Recuperación del ámbito objetivo de la mediación familiar, para que permite hacer frente a la crisis y llegar a la reconciliación siempre que sea posible.
  • Ofrecimiento a las parejas mecanismos preventivos de formación, para ayudarles desde el primer momento a hacer frente a las eventuales crisis. 

jueves, 11 de abril de 2013

Actuales estudios en torno a las adicciones

¿Por qué soy adicto?¿Por qué hay ciertas personas que incluso consumiendo con cierta regularidad alguna droga de abuso no desarrollan una adicción mientras que otros sujetos, con apenas dos consumos, desarrollan una dependencia psicológica y física patológica? Este es el tema central del estudio que está llevando a cabo un grupo de investigación dirigido por el profesor titular de farmacología de la Universidad CEU San Pablo, Gonzalo Herradón Gil-Gallardo. El objetivo del proyecto es descubrir razones científicas que existen tras la adicción a distintas sustancias como las anfetaminas, la cocaína o los opiáceos.

Para llevar a cabo esta investigación se están empleando estudios preclínicos con ratones knockout de pleiotrofina y midkina –dos proteínas producidas por genes homólogos en humanos– para comprobar hasta qué punto la ausencia y deficiencia de ambas en un ser vivo puede afectar a la adicción a drogas. Hasta la fecha, el grupo de investigación dirigido por el profesor Herradón ha descubierto que en ratones la ausencia de estas dos proteínas potencia los efectos adictivos y neurotóxicos de las drogas en el organismo y aumenta, asimismo, las dificultades para extinguir la conducta de búsqueda de droga.

La demostración clínica de esta hipótesis, confirmada ya en modelos animales, podría establecer estas proteínas como biomarcadores, de tal forma que a través de un análisis sanguíneo se determinase de forma efectiva las probabilidades de que un individuo desarrolle conductas adictivas tras la administración de drogas o fármacos.

Este uso de la pleiotrofina y midkina como biomarcadores podría extrapolarse, de igual forma, a otras adicciones más comunes, como a la nicotina o al alcohol puesto que, tal y como reconoce el profesor Herradón, ya se ha demostrado la sobrexpresión post mortem de pleiotrofina y midkina en la corteza cerebral prefrontal en adictos a alcohol y nicotina.

El proyecto podría conducir, de igual forma, al desarrollo de nuevos fármacos tomando como diana farmacológica la vía de señaliza de pleiotrofina y midkina con el fin de impedir la conducta adictiva de los pacientes.

miércoles, 10 de abril de 2013

¿POR QUÉ DEBO ESTAR EN TWITTER JUNTO A MI FAMILIA? REDES SOCIALES Y PADRES


http://marcelamomberg.wordpress.com/2013/03/25/1-por-que-debo-estar-en-twitter-junto-a-mi-familia-redes-sociales-y-padres
Escrito por marcelamomberg 
twitermania
Es una de las preguntas que siempre hacen los padres. Frente a las Redes Sociales, ¿debo usarlas?
La respuesta es sí, por una razón fundamental, los niños y jóvenes, viven conectados, al menos 6 horas al día, cada mañana al despertar revisan las actualizaciones del Facebook o los “Tweets” que reciben, porque no hacerlo es quedarse fuera de lo que sucede, de ahí que muchos a los que se les prohíbe el uso, suelen crearse uno a través de un amigo.
Mienten sí, no sólo al creárselo sino que con su edad, menores de 14 años pueblan las redes y actualizan sus estados en los celulares inteligentes que poseen o en los computadores del colegio.
Y como no hacerlo, si su vida real está conectada con la virtual, es tal la mimetización que borrar a un amigo o bloquearlo es la máxima sanción que se puede dar.
Bajo esta realidad es obvio que estar en redes para la familia es fundamental, es entrar al espacio en que los jóvenes crean, debaten, organizan su tiempo.
Imagina el poder de comunicación que tienen las redes , para unir a la familia en torno a un código común de comunicación, para establecer normas, tareas, metas comunitarias para traspasar a los nuevas generaciones tu experiencia, sabiduría, tu camino recorrido.
En épocas antiguas, nuestros abuelos solían contarnos cuentos, anécdotas para que aprendiéramos normas de convivencia o nos cuidáramos de los peligros de la sociedad.
Estar en redes sociales cumple la misma función, la mejor manera de proteger a un niño es estar en ellas, motivándolo a desarrollar su individualidad, potenciando sus habilidades, reconociendo sus gustos y preferencias, creando un espacio virtual de apoyo y reconocimiento mutuo.
Estar en redes es fundamental, hacerlo en Twitter es genial, primero porque es inmediato, una comunicación constante, segundo porque es una plataforma genial para comunicarse e intercambiar sueños, contenidos, conocimientos con miles de personas.
Es una oportunidad de potenciar la comunicación, no puedes excluir tu necesaria participación, porque posees la experiencia y la validez que dan los años vividos y puedes generar junto a tus hijos un espacio de validación mutua, en redes.
Más de alguna vez, un apoderado me comentaba, que para comunicarse con sus hijos pensaba enviarle un mensaje por “wazap”, aun cuando él estuviese a su lado.
Y es una realidad, de nuestro día a día, porque entonces no potenciar este espacio y fortalecer la comunicación en nuestro espacio virtual.
¡Twitter Padres, conectados, informados, lideres naturales!

lunes, 8 de abril de 2013

La dignidad de la familia


http://www.opusdei.es/art.php?p=24966

El hogar ha de ser la escuela primera y principal donde los hijos aprendan y vivan las virtudes humanas y cristianas. Artículo sobre la familia, publicado en "Romana", boletín de la Prelatura.

13 de febrero de 2008

Opus Dei -
Al finalizar la obra de la creación del universo, en el sexto día, «formó Yavé Dios al hombre del polvo de la tierra, y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado» (1). Si en todas sus obras se había complacido, en la formación del género humano Dios se alegró sobremanera: vio que era “muy bueno” lo que había hecho, testimonia la Escritura (2), como si el autor inspirado quisiera reafirmar la peculiar acción divina en la creación del hombre, hecho a imagen y semejanza del Creador por su alma espiritual e inmortal. No contento con esto, el Señor le confirió gratuitamente una participación de su misma vida íntima: le hizo hijo suyo y lo llenó con los llamados dones preternaturales. 

Para que los hombres alcancen el Reino de los Cielos, la Providencia divina ha querido contar con su libre colaboración. Y para que esta colaboración en la transmisión de la vida no quedara al vaivén de posibles caprichos, el Señor quiso protegerla mediante la institución natural del matrimonio (3), elevado luego por Cristo a la dignidad de sacramento. 

La familia —la gran familia humana, y cada una de las familias que habrían de componerla— es uno de los instrumentos naturales queridos por Dios para que los hombres cooperen ordenadamente en su decreto Creador. La voluntad de Dios de contar con la familia en su plan salvador se confirmará, con el correr de los tiempos, a través de las distintas alianzas que Yavé fue estableciendo con los antiguos patriarcas: Noé, Abraham, Isaac, Jacob. Hasta que la promesa del Redentor recaiga en la casa de David. 

Opus Dei -
Llegada la plenitud de los tiempos, un ángel del Señor anunció a los hombres el cumplimiento del plan divino: nace Jesús, en Nazaret, de María, por obra del Espíritu Santo. Y Dios provee para su Hijo una familia, con un padre adoptivo, José, y con María, la Madre virginal. Quiso el Señor que, también en esto, quedara reflejado el modo en que Él desea ver nacer y crecer a sus hijos los hombres: dentro de una institución establemente constituida. 

«Los diversos hechos y circunstancias que rodean el nacimiento del Hijo de Dios acuden a nuestro recuerdo, y la mirada se detiene en la gruta de Belén, en el hogar de Nazaret. María, José, Jesús Niño, ocupan de un modo muy especial el centro de nuestro corazón. ¿Qué nos dice, qué nos enseña la vida a la vez sencilla y admirable de esa Sagrada Familia?» (4). A esta pregunta que nos sugiere San Josemaría podemos responder con palabras del Compendio del Catecismo, señalando que la familia cristiana, a imagen de la familia de Jesús, es también iglesia doméstica porque manifiesta la naturaleza comunional y familiar de la Iglesia como familia de Dios (5). 

Por su misión natural y sobrenatural, por su origen, por su naturaleza y por su fin, es grande la dignidad de la familia. Toda familia tiene una entidad sagrada, y merece la veneración y solicitud de sus miembros, de la sociedad civil y de la Iglesia. Por eso, resultaría una trágica corrupción de su esencia reducirla a las relaciones conyugales, o al vínculo de sangre entre padres e hijos, o a una especie de unidad social o de armonización de intereses particulares. San Josemaría insistía en que «debemos trabajar para que esas células cristianas de la sociedad nazcan y se desarrollen con afán de santidad» (6). 

Opus Dei -
El hogar ha de ser la escuela primera y principal donde los hijos aprendan y vivan las virtudes humanas y cristianas. El buen ejemplo de los padres, de los hermanos y de los demás componentes del ámbito familiar, se reflejan de manera inmediata en la configuración de las relaciones sociales que cada uno de los miembros de esa familia establece. No es casual, por tanto, el interés de la Iglesia por el adecuado desarrollo de esa escuela de virtudes que ha de ser el hogar. Pero no es éste el único interés: mediante la colaboración generosa de los padres cristianos con el designio divino, Dios mismo «aumenta y enriquece su propia familia» (7), se multiplica en número y virtud el Cuerpo Místico de Cristo sobre la tierra, y se ofrece desde los hogares cristianos una oblación especialmente grata al Señor (8). 

La realidad familiar funda unos derechos y unos deberes. Antes que nada las obligaciones: todos sus miembros han de tener conciencia clara de la dignidad de esa comunidad que forman, y de la misión que está llamada a realizar. Cada uno ha de cumplir sus deberes con un vivo sentido de responsabilidad, a costa de los sacrificios que sean precisos. En cuanto a los derechos, la familia reclama el respeto y la atención del Estado por un doble título: es la familia la que le ha dado origen, y porque la sociedad será lo que sean las familias (9). 

Para cumplir todos estos deberes, es indispensable que los miembros de la familia sobrenaturalicen su afecto, como sobrenaturalizada está la familia. De este amor —suave y exigente a la vez— brotan esas delicadezas que hacen de la vida de familia un anticipo del Cielo. «El matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios con un pueblo, y, viceversa, el modo de amor de Dios se convierte en la medida del amor humano» (10). 

En los momentos actuales de la vida de la sociedad, se hace especialmente urgente volver a inculcar el sentido cristiano en el seno de tantos hogares. La tarea no es sencilla pero sí apasionante. Para contribuir a esta inmensa labor, que se identifica con la de volver a dar tono cristiano a la sociedad, cada uno ha de empezar por “barrer” la propia casa. 

Adquiere entonces particular importancia en la consecución de este proyecto la educación de los hijos, aspecto fundamentalísimo de la vida familiar. Para responder a este gran reto —educar en una sociedad en buena medida descristianizada— conviene recordar dos verdades fundamentales: «La primera es que el hombre está llamado a vivir en la verdad y en el amor. La segunda es que cada hombre se realiza mediante la entrega sincera de sí mismo» (11). En la educación están coimplicados tanto los hijos como los padres, primeros educadores, de modo que sólo se puede dar en la «recíproca comunión de las personas»; el educador, de algún modo «engendra» en sentido espiritual, y según «esta perspectiva, la educación puede ser considerada un verdadero apostolado. Es una comunicación vital, que no sólo establece una relación profunda entre educador y educando, sino que hace participar a ambos en la verdad y en el amor, meta final a la que está llamado todo hombre por parte de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo» (12).

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1. Gn 2, 7. 
2. Cfr. Gn 1, 31. 
3. Cfr. Gn 1, 27. 
4. SAN JOSEMARÍA, Es Cristo que pasa, n. 22. 
5. Cfr. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 350. 
6. SAN JOSEMARÍA, Conversaciones, n. 91. 
7. CONCILIO VATICANO II, Const. past. Gaudium et spes, n. 50. 
8. Cfr. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 188. 
9. Cfr. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 457-462. 
10. BENEDICTO XVI, Enc. Deus caritas est, n. 11. 
11. JUAN PABLO II, Carta a las familias (2-II-1994), n. 16. 
12. Ibid. 

domingo, 7 de abril de 2013

Cada cuatro minutos

Vamos de mal en peor. Y eso ocurre en todos los aspectos de la vida en España. El último informe del Instituto de Política Familiar es demoledor: cada cuatro minutos se rompe un matrimonio en España. ¿Va a quedar alguno para contarlo?

Si seguimos así, mucho me temo que esto del matrimonio se vaya cual nave al garete. Las cifras son escandalosas: el número de rupturas en España alcanzó las 127.362 en el pasado año. El dato recogido por el Instituto de referencia procede del Consejo General del Poder Judicial. Voy más allá en las cifras, cada día se producen en España 349 rupturas, una cada 4,1 minutos.

¿Qué está pasando en España? Hay que acabar con esta situación. La familia, principal núcleo de la sociedad, corre un serio peligro. Y si la familia sucumbe no nos quedará nada a lo que aferrarnos. Hay que preservar a la familia de todos los males. Las rupturas rompen la armonía familiar, rompen el sentido que tiene la familia. Y sin sentido no podemos vivir, no se puede construir sociedad, no se puede avanzar. En este caso no cabe aquello de “hay que probarlo todo”. Hay cosas que es mejor enderezarlas y no dejarlas hacer añicos, son excesivamente ácidas al paladar.

No sé usted, pero yo estoy preocupada e incluso molesta por la falta de consistencia de las parejas. Para eso es mejor no constituirse en tales. Hace ya unos cuantos años, una buena amiga y gran periodista me dijo: “El matrimonio es la losa del amor”. No quiero que Isabel tenga razón. Porque, además, la vida en pareja también tiene su peso, haya o no haya vínculo. Y porque detrás de cada persona que se divorcia, detrás de cada persona que se separa hay un conflicto por resolver y un drama familiar, cuántas veces de una magnitud insospechada incluso para el entorno familiar y social que el divorcio no resuelve.

La reflexión del presidente del Instituto de Política Familiar, Eduardo Hertfelder, no puede dejarnos indiferentes. Tome nota y analice, por favor: “la ruptura familiar se ha convertido en el principal problema de la familia, y por ende, de la sociedad española”. Me parece tremendo. Y que no vengan con eso de que la convivencia y el roce diario generan desencuentros. ¿No habíamos quedado en que el roce genera cariño? Ahora resulta que es al revés. Con eso de que el amor no es eterno y que a algunos se les gasta de tanto usarlo, se está dando alas a la moda esta de la separación que se produce por encima incluso de los hijos, que deberían ser sagrados para padre y madre.

Lo terrible del caso es que las rupturas siguen aumentando de forma alarmante, 2.660 rupturas familiares más en 2012 con respecto a 2011. Eso de “tú a Boston y yo a California” hay que dejarlo para las películas pero es que en las películas hay un final feliz, cosa que no ocurre en la vida real, quizá porque la realidad supera siempre a la ficción. Los expertos señalan que el divorcio no arregla ningún problema sino que agrava los que trata de resolver. Así y todo, en lugar de avivar los rescoldos se prefiere echarles un cubo de agua fría, muy fría, el de las actitudes, palabras y comportamientos ofensivos que acaban dejando una huella negativa en los hijos, los grandes perjudicados. Y nadie parece darse por enterado de lo que ocurre. Para más inri, la legislación, en lugar de reducir o amortiguar los efectos negativos de la ruptura familia, desgraciadamente provoca su incremento. Así nos va. 

viernes, 5 de abril de 2013

viernes, 5 de abril de 2013 José-Román Flecha Andrés: "UNO DE NOSOTROS"

Es sorprendente la rapidez con que se ha difundido la idea de que el embrión humano no merece el respeto debido a la vida humana. De ahí a su manipulación y comercialización no hay más que un paso. Y de ahí al aborto provocado y financiado se llega inmediatamente.

Con razón se está hablando ya de un genocidio y también del “holocausto silencioso”. En algún momento se despreciaba la vida humana por razón de la raza. Hoy se la destruye simplemente por razón del tamaño del viviente o del tiempo del proceso vital.

Pero ya es hora de cambiar nuestros esquemas mentales. Hora de admitir que el embrión humano es “Uno de nosotros” (One of us). Así lo proclama el Día internacional de la Vida, que se ha celebrado el pasado día 6 de abril.

Recordamos que el día 18 de octubre de 2011 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos prohibió la creación de patentes científicas que requieran la destrucción previa de embriones humanos. La razón de tal prohibición era muy clara: esa destrucción viola “la protección debida a la dignidad humana”.

El dictamen de este tribunal de Estrasburgo se apoya en la evidencia científica de que el embrión humano es un ser humano a partir de la fecundación. Por eso se opone a la fabricación de productos que impliquen la destrucción de los embriones. Por la misma razón habrá de oponerse a la investigación a base de embriones.

La Ley española de Biomedicina y la ley relativa a las técnicas de reproducción humana asistida permiten la utilización y destrucción de embriones. Es más, en nuestro país se financian proyectos de investigación a partir de células madre embrionarias, cuando existen alternativas que respetan la dignidad de la vida humana usando células madre adultas.

Por todo ello la plataforma ciudadana “Derecho a vivir” exige “que ningún proyecto de presupuesto sea aprobado para la financiación de actividades que destruyan embriones humanos”. Por la misma razón se pide que se prohíba “la creación de embriones humanos exclusivamente para la obtención de células madres”.

Se pide, además, a la Unión Europea “que no se financien los proyectos de cooperación al desarrollo para financiar el aborto, directa o indirectamente a través de la financiación de organizaciones que practican o promueven el aborto”.

Esta exigencia no responde al ideal de un soñador aislado. De hecho se inscribe en la iniciativa ciudadana “Uno de nosotros” (One of us), que pretende llevar la voz de los ciudadanos hasta el seno de la Comisión Europea. Es posible obtener más información en la página oficial de la iniciativa: www.oneofus.eu

En otros momentos de la historia, muchas personas dijeron ignorar el genocidio que se estaba perpetrando. Ahora los ciudadanos reclaman el derecho a hacerse oír. La defensa de la vida humana desde la fecundación hasta la muerte natural no es asunto de una sola religión. Nuestro silencio ante este genocidio nos convierte en cómplices.

José-Román Flecha Andrés

miércoles, 3 de abril de 2013

doce reglas de oro para vivir en pareja


http://www.abc.es/familia-padres-hijos/20130312/abci-reglas-pareja-201303081144.html

No hay modelos ideales para ser feliz en la pareja, solo hay libertad para inventar uno propio», dice el psicólogo Joan Garriga

No es fácil mantener y conservar el amor en la pareja, aunque el ser humano haya nacido para vivir acompañado por esa persona que es especial entre todas las demás, que nos completa, que da sentido a nuestra vida y nos hace feliz. El camino del amor tiene muchos baches y cada pareja también. Ese es el territorio que mejor conoce el psicólogo Joan Garriga tras más de diez años trabajando con parejas y ayudándolas a conseguir una relación más sana y consciente. En su nuevo libro «El buen amor en la pareja» se adentra precisamente en los recovecos del buen amor, un amor que se reconoce «porque en él somos exactamente como somos y dejamos que el otro sea exactamente como es».
Como epílogo a ese libro del buen amor, que habla de las diferentes formas que existen de ser pareja y de encontrar la propia fórmula, la que a cada uno le haga feliz, de estar con alguien, nos ofrece las doce reglas de oro para vivir hoy en pareja:
1. Sin ti no podría vivir/Sin ti también me iría bien: Somos dos adultos que nos sostenemos sobre nuestros propios pies, no dos niños buscando a sus padres. Sin ti también me iría bien, pero me alegra el corazón que sea contigo y que estemos juntos.
2. Te quiero por ti mismo/Te quiero por ti mismo... bueno a pesar de ti mismo: Es un regalo enorme amar las sombras del otro, su ego, sus dificultades y ser compasivos con ello, porque eso significa que somos capaces de reconocer al otro miembro de la relación en su realidad más sombreada. La pareja es un campo de crecimiento en el que se van limando las asperezas del ego gracias a que el amor compartido es capaz de soportarlas.
3. Hazme feliz/Siento el deseo espontáneo de que seas feliz: La pareja no está pensada para darnos la felicidad, aunque si sabemos conjugar todas sus dimensiones experimentamos algo que se acerca a la dicha. Sentimos que pertenecemos a algo, que hemos creado una intimidad, un vínculo, y que construimos caminos de vida.
4. Quiero una pareja/Mejor me preparo para ser pareja:El exceso de «yo» y de individualidad por encima del sentido del «nosotros» convierte la pareja en un campo increíble de libertad y al mismo tiempo nos expone a más y más soledad e incertidumbre. Las dos cosas al mismo tiempo. Si quieres tener pareja, trabaja en tu interior para encontrar tu propio tono y manera para ser compañero o compañera, y lo demás se te dará por añadidura.
5. Te lo doy todo/Mejor dame lo que me mantiene en el mismo rango que tú: La pareja es una relación de igualdad en la que hay que procurar que haya un intercambio de equilibro y justicia para preservar la paridad de rango. Dar mucho puede generar en el otro un sentimiento de deuda y empequeñecerlo. Mejor dar lo que el otro puede devolver de alguna manera, puesto que con el intercambio fértil crece la felicidad.
6. Dámelo todo/Dame lo que tienes y eres y yo puedo compensar para mantener en mí dignidad: Cuando alguien en una relación lo pide todo del otro, debemos sospechar dos cosas: la primera, que esa persona es un niño y, la segunda, que esa persona sin duda no va a tomar y apreciar lo que se le da, porque está anclada en un guión de insatisfacción que se nutre de demanda, la cual, aunque sea atendida, no satisface. Mejor el intercambio positivo y gratificante al negativo e hiriente.
7. Ojalá sea intenso y emocional/Ojalá sea fácil: Algunas relaciones discurren con fluidez y facilidad, no chirrían. Son el resultado del encuentro de dos naturalezas que armonizan sin grandes desencajes. Otras veces, todo es difícil, a pesar del amor. Cuando una relación es intensa y emocional, a menudo llega a ser desvitalizante. De hecho, las grandes turbulencias emocionales y los juegos psicológicos desgastantes y fatales tienen que ver con reminiscencias de heridas infantiles y viejos anhelos no colmados.
8. Lucho por el poder/Cooperamos: Demasiados siglos de lucha y sufrimiento entre hombres y mujeres nos convocan a una reconciliación:Es maravilloso cuando en la pareja ambos sienten adentro, de verdad, de corazón, que no hay mejor ni peor y que caminan juntos. No uno por arriba y otro por abajo, no uno por delante y otro por detrás. Cooperan. Son compañeros, amigos, hermanos, amantes y socios. Uno y uno son más que dos. En lo más profundo las mujeres se suelen sentir mejores que los hombres —según mis estadísticas—, pero las más inteligentes se encargan de que sus parejas no lo noten.
9. Yo pienso, tú sientes y ante lo difícil sálvese quien pueda/Reímos y lloramos juntos y juntos nos abrimos a la alegría y el dolor: Las parejas enfrentan en su proceso vital asuntos que en algún momento duelen: hijos que no vienen, abortos, muertes o enfermedades de seres queridos, vaivenes económicos y existenciales…. Son asuntos que ponen a prueba la capacidad de aguante de la pareja y que o bien la fortalecen o bien la derrumban y ponen en ella resentimientos y millas de distancia.
10. Que sea para siempre/Que dure lo que dure: Entrar en el amor de pareja significa también hacerse candidato al dolor de un posible final. Hoy en día se habla de monogamia secuencial, esto es, de que, estadísticamente, cabe esperar que tengamos entre tres y cuatro parejas a lo largo de nuestra vida, con el consiguiente estrés y tránsitos emocionales complejos que ello conlleva. Cuando no hay un contrato institucional de por medio, tenemos una oportunidad de crear a la pareja cada día, a nuestra manera, y de vivir lo que nos permite. Si llega el final, aprendemos el lenguaje del dolor, la ligereza y el desapego, para luego volver de nuevo al carril del amor y de la vida.
11. Primero los padres o los hijos y luego tú/ Primero nosotros, antes que nuestras familias de origen y que nuestros hijos en común: Conviene saber que el amor se desarrolla mejor en universos de relación ordenados: que los padres sean padres y que los hijos sean hijos, que la pareja que se ha creado (que puede incluir a hijos de anteriores relaciones) tenga prioridad frente a parejas anteriores o frente a las familias de origen. Que el pasado sea honrado y labre un buen presente y un buen futuro. Algunas personas dan más importancia a los hijos en común que a los anteriores, lo cual acaba creando malestar en todos. Al mismo tiempo, una pareja posterior debe saber que tiene más posibilidades de ocupar un buen lugar si asume que los hijos de su pareja estaban antes y respeta su prioridad.
12. Te conozco/Cada día te veo y te reconozco de nuevo:Algunas parejas no se relacionan con la persona que tienen al lado, sino con las imágenes interiores que se han ido formando de esa persona a lo largo del tiempo. Viven en el pasado y se olvidan de actualizarse cada día. Para evitarlo, ayuda, y mucho, abrir la percepción a cada instante nuevo y no dar a la otra persona por supuesta. El otro se ilumina cuando le reconocemos y le descubrimos como nuevo, y de este modo también nosotros nos volvemos nuevos y jóvenes.

lunes, 1 de abril de 2013

Querido Gerardo: Cartas "EN TORNO AL AMOR HUMANO (7)"


Mi querido amigo Gerardo:

¡Cómo se percibe la hondura del pensamiento filosófico en tus reflexiones! Muchas gracias. Especialmente por darle corporeidad -sirva el abuso terminológico- a tu aproximación antropológica. Somos con el cuerpo y con el espíritu, no sólo la suma de dimensiones, sino la unicidad vital de una estructura vinculada a la realidad material y a la realidad espiritual, a la vez e íntimamente.

¡Cómo ayuda esta forma de comprender al hombre que realiza la antropología filosófica respetuosa con nuestra dimensión meta-corpórea! Porque en el prólogo del evangelio de Juan se revela que Dios creó al ser humano teniendo a Cristo como modelo (“Todo fue hecho por Él…”). Verdadero Dios y verdadero hombre en una única persona divina. Valga la analogía, única posibilidad de poner palabras a la comprensión teológica, por la que el ser humano es, como Cristo, verdadero cuerpo y verdadero espíritu, en una unidad íntima, en una única persona de naturaleza espiritual. Cristo muestra el hombre al propio hombre…

La comprensión antropológica de la teología católica reconocer que el ser humano fue creado a imagen de Dios. Ya te he comentado algo de este aspecto. Pero a imagen de Dios es todo hombre y todo el hombre. Es imagen de Dios la persona más allá de su raza, de su sexo, y es imagen de Dios el ser humano en su totalidad: cuerpo y alma. Y es en el despliegue de esa realidad en la que alcanza su realización personal, su desarrollo como ser humano. No puede desarrollar su dimensión espiritual al margen e independientemente de su corporeidad. No puede desarrollar su progreso y desarrollo físico y corporal olvidando o infravalorando su dimensión espiritual. El espíritu y la materia no son en el ser humano dos naturalezas unidas, sino que la unión del espíritu y la materia constituyen su única naturaleza: la naturaleza humana. Esta afirmación es de la fe cristiana, de la certeza que nace de la implicación mutua en la misma dirección, y sin negarse mutuamente, de la razón filosófica y de la revelación sobrenatural. El Catecismo de la Iglesia Católica lo recoge sin pudor en el número 365.

No sé si abuso al considerar que es de sentido común afirmar que la experiencia universal deduce sin dificultad que la relación personal que tenemos con nuestro propio cuerpo es una relación con nuestra propia persona. No podemos relacionarnos con nuestro cuerpo como si fuéramos distintos de él, ajeno a nosotros. Percibimos la corporeidad como una dimensión constitutiva de nuestro propio “yo”. El cuerpo es la persona en su visibilidad. La consecuencia es muy importante: el cuerpo humano está revestido de la dignidad personal. El cuerpo posee la dignidad de la persona, toda la dignidad de la persona, toda la sacralidad de ser la visibilidad del modelo conforme al que fue creado. El cuerpo merece todo el respeto que merece la persona. No hay cuerpo humano que no posea los derechos inherentes a la persona humana.

De partir o no de esa consideración de la corporeidad, la vivencia ética poseerá variantes que, en ocasiones, serán también contradictorias. Recuerda aquellos gritos reivindicando la libertad de decisión sobre aquello que compete al cuerpo de la mujer, como si se trata de una realidad distinta y distante de la misma condición personal de la mujer. La vida humana que habita en el seno de una madre embarazada no es sólo un cuerpo, carne, materia, que posea una dignidad inferior a otro cuerpo, carne o materia que haya desarrollado más su intrínseca posibilidad de hominización. Es el cuerpo no nacido de una persona; un cuerpo verdadero, un ADN verdaderamente distinto del de sus progenitores, una unidad personal cuyo pequeño cuerpo no nacido aún es, por sano sentido común, la visibilidad invisible de su condición personal.

En las mismas relaciones interpersonales entre el hombre y la mujer descubrimos consecuencias importantes de esta antropología subyacente que subraya la unicidad personal de la naturaleza humana espiritual y corporal intrínseca e inseparablemente constituida. El amor de una persona se expresa corporalmente: un beso, una caricia, una sonrisa, un abrazo… La experiencia sexual, la relación genital, el coito entre el cuerpo de un hombre y de una mujer, es una experiencia de sus personas. Es una relación de amor personal hasta la entrega sexual en sus cuerpos. Separar también aquí lo corporal de lo espiritual es posible, pero sería una separación que explicitaría una nueva forma de dualismo impersonal. Sexo sin amor, no es verdadero sexo. Porque una relación corporal o es personal o no es humana. Y si no es humana, por muy gratificante y satisfactoria que sea, pertenece a la mera dimensión biológica de la naturaleza del ser humano, que comparte evolutivamente con el resto de seres vivos.

Los animales copulan sólo en época fértil empujados por el instinto de conservar la especie. Los seres humanos somos libertad consciente y voluntad. Es propio de la dimensión humana superar las épocas de celo biológico. Porque su sexualidad es una componente de su estructura personal, de su naturaleza humana, y no sólo una posibilidad de su condición animal.

Lo humano es amar. El amor humano es amor personal, interpersonal. Bajar de nivel evolutivo es, en definitiva, no responder a su dignidad humana. Es, por tanto, incierto el calificativo de samaritanas del amor para calificar a quienes compran un rato de corporeidad entre sujetos entre los que no existe posibilidad de amor. El amor es operativo, se construye, se hace; pero se hace en cuerpo y alma. Toda la persona.

Querido Gerardo. Quiero darte las gracias por contestar a la inquietud presentada. Te sugiero y atacas el tema con toda profundidad. Es muy bueno torear en tu plaza. En esa línea me gustaría abordar en las siguientes misivas otro tema que tiene que ver también con la corporeidad: la diferencia sexual entre el hombre y la mujer, la diferencia de género tan debatida últimamente en la opinión pública y que ha llegado incluso a convertirse en ideología. Y lo sugiero porque la primera página de la Sagrada Escritura afirma que Dios creó al ser humano a su imagen, “varón y mujer los creó” (Gn 1, 27). Y esta consideración es tan importante en la antropología teológica, y tiene tales consecuencias incluso jurídicas a la hora de entender la naturaleza del matrimonio, que bien merecería tu profundidad filosófica.

En espera de tu carta, Un saludo. Juan Pedro